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Finalmente Libre


Tomado de "Rompiendo las Cadenas".
Hace algunos años estaba en una iglesia del sur de California, hablando acerca del movimiento de la Nueva Era. Mi versículo bíblico fue 1 Timoteo 4:1 que dice "Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando espíritus engañadores y a doctrinas de demonios". Después de finalizado mi mensaje, cuando me disponía a salir del templo, me vi rodeado de una gran cantidad de gente dolida.
Más hacia el centro del templo, había una jóven de 22 años de edad, que desde finalizado el servicio lloraba de manera incontrolable. Varias personas trataron de acercarse, pero ella no se los permitía. Finalmente, uno de los líderes de la iglesia, atravesó el grupo de gente que me rodeaba y dijo "Lo siento amigos, pero necesitamos al doctor Anderson ahora mismo".
A medida que me acercaba a la joven, la oía decir entre sollozos: "Él entiende...él entiende!". Cuando logramos sacarla del templo, la llevamos a una oficina privada. Esperamos a que la joven se calmara y después, programé una cita con ella la semana siguiente.
Llegó el día programado, y Nancy llegó a la cita con el rostro marcado por feos rasguños, cuyas heridas estaban abiertas.
-Me he estado rascando de esta manera desde la semana pasada y no puedo controlarlo- reconoció tímidamente.
Nancy comenzó a describir su horrible niñez. Victima de un padre abusivo y junto a una abuela que decía practicar la magia negra.
-A los 3 años recibí mis espíritus guardianes- continuó diciendo-. Eran mis compañeros y guías. Me decían como vivir y que decir. Nunca cuestioné nada acerca de ellos, hasta que mi madre me llevó a la escuela dominical. A partir de ese momento comencé a sospechar que mis espíritus guardianes no eran buenos para mi. Se lo dije a mis padres y mi padre me golpeó. Nunca más volví a preguntar.
Para hacerle frente a los tormentos que los espíritus guardianes trajeron a su vida, Nancy recurrió a una rígida disciplina personal. Durante sus años de escuela secundaria, confió en Cristo como su salvador. Pero sus espíritus guardianes continuaban atormentándola en lugar de abandonarla.
Finalizada la secundaria, Nancy decidió por lo máximo de la disciplina, la Infantería de Marina. Había determinado ser la más dura de las infantes de marina y ganó premios por su conducta. No obstante, los espíritus continuaron atormentando su mente y emociones. De tal manera que la empujaron hacia la orilla del miedo. Nunca quiso hablar de su batalla mental con nadie; por miedo a que la calificaran de demente. Pero finalmente, vencida por la presión que la atormentaba, la joven se quebró. A partir de ese momento, Nancy aceptó sin reparos una licencia médica, por lo cual se resigno a una vida solitaria y de profundo dolor. En esa condición fue que Nancy llegó a la iglesia y me oyó hablar de los espíritus engañadores.
-Finalmente alguien me entiende!- gritó Nancy entre lágrimas.
-¿Quisieras que los espíritus guardianes se vayan?- le pregunté. Hubo una larga pausa.
-¿Qué realmente se vayan para siempre o volveré a mi casa para ser torturada por ellos nuevamente?
-Nancy, serás libre para siempre- le aseguré.
Dos horas más tarde, Nancy estaba libre y nos abrazaba con una paz que nunca antes había conocido.
-Ahora si puedo invitar gente a mi casa!- exclamó llena de júbilo.

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